Luego de su última aparición en las redes sociales, Enrique Sacco habló de su relación con Débora Pérez Volpin, su ex pareja, quien falleció mientras le practicaban una endoscopía. En esta oportunidad “Quique” contó, en una carta a la revista Gente, el primer encuentro con a ex periodista y legisladora y cómo fue que se enamoraron.


“El día en que me enamoré” decía el título. “Comenzamos con un: '¿Cómo venís hoy? ¿Comemos tipo nueve?'. Nuestra primera cena fue mágica. Me enamoré desde ese primer encuentro. Me enamoré del todo, de su belleza –aquello que los ojos pueden ver–, y fundamentalmente de su estilo, de esa particular elegancia espiritual y conceptual que traspasa la imagen. Esa noche conversamos mucho. De casi todo: de sus hijos, de nuestros padres, la familia, los amigos, de nuestra profesión, de cine, e incluso, hasta de política”.

“Corrían los tiempos del estreno de Medianoche en París, la película de Woody Allen. Coincidimos en que estaba entre nuestros directores favoritos. Yo la había visto justo ese día, pero acordamos ir juntos al cine. Fue nuestra película emblemática”.

“A los dos nos encanta esa ciudad (a mí me gusta su cielo gris y la lluvia, a ella no tanto), pero ese destino resumía muchas de nuestras preferencias importantes. Amamos viajar, y entonces, obvio, allí fuimos en nuestro primer paseo largo juntos: la Ciudad Luz, y también Londres. Un viaje que permitió conocernos profundamente en el día a día, con todo lo que una persona puede expresar y sentir. Disfrutamos de ambas ciudades”.


Para realizar aquel viaje, cuenta el periodista, que ella le pidió present arle a sus padres, Marta y Aurelio. "¡Qué linda cena! Aurelio –o Cucú para sus nietos– poseía un carisma especial. Y Marta, una escorpiana inteligente que lo dejaba conducir, aunque al final ella marcaba el ritmo. Cualquier similitud entre madre e hija, pura coincidencia. Honesta, inteligente, humilde, amable, simpática, independiente, y además bella. Me abrió las puertas de su corazón, confió en mí y me regaló lo mejor que una mujer puede dar: ¡AMOR, dos hermosos HIJOS del corazón, Agustín y Luna! ¡Y una gran FAMILIA! Ese legado es eterno", sigue la carta.

El tiempo fue transcurriendo con amor, paz y armonía, siempre. Naturalmente, me integré a esa grande y hermosa familia. Me hizo hijo de sus padres, hermano de sus hermanos –Alejandro, Sergio y Sol–, de sus compañeros –Ile, Barbie y Adolfo– y tío de sus sobrinos –Brenda, Megui, Emilia, Abril, Santi, Flor y Nico–. Amigo de sus amigas, principalmente Marisa, María y Fabiana, también Gaby, y de sus amigos y compañeros. Por mi parte integré a Yoli, mi mamá, y a mis amigos. Y compartimos la grandeza espiritual de considerar lo mejor para los chicos con Marcelo, el papá de Agus y Luni, su mujer Melina (Fleiderman), sus hijos y los padres de ambos. ¡Somos una familia unida!



Y el periodista finalizó con el siguiente párrafo: “Así de intenso fue nuestro tiempo juntos. Imposible olvidarlo. Orgulloso y feliz de ser el compañero en la vida de Débora, excelente persona, gran profesional, de convicciones firmes e intransigentes, madre todo terreno, mujer inmensa, compañera leal de cada momento, dueña de una sonrisa especialmente brillante. Celebro por siempre nuestro amor inolvidable. Y como cada día antes de dormir con el beso de las buenas noches, va la frase de siempre: '¡Te amo, hermosa D!'".